La UNESCO y expertos mundiales se movilizan para la protección del patrimonio subacuático.

Pecio Bou Ferrer

Auténticos tesoros marinos permanecen  hoy en día enterrados en el fondo del mar siendo el Mediterráneo uno de los más importantes receptores de los mismos. Son millares el número de pecios y restos históricos que constituyen un testimonio único de la historia de la humanidad y su relación con el océano.  La preservación y custodia de los mismos supone un enorme reto, el cual quedó evidenciado el pasado mes de junio en la Conferencia Internacional sobre el Patrimonio Cultural Subacuático organizada por la UNESCO y el gobierno de Francia. Esta conferencia de Brest se inscribe dentro de los esfuerzos del Decenio de las Naciones Unidas para las ciencias oceánicas al servicio del desarrollo sostenible (2021-2030), que aboga por la protección del océano, sus recursos y los vestigios que encierra. Se debatieron aspectos tales como el papel que la tecnología  y la ciencia pueden tener  para ayudar a preservar los sitios; si las herramientas actuales de actuación frente a los saqueadores de pecios son suficientes o en su defecto si existe una urgencia en su incremento; o las consecuencias  del turismo exacerbado o mal llamado "turismo cultural". La Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay hizo un llamamiento a la cooperación internacional entre los Estados para la protección del patrimonio subacuático. Elaborada en 2001 y ratificada por 61 Estados Partes, la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático tiene por vocación ayudar a los Estados a proteger mejor su patrimonio sumergido. El pecio Bou Ferrer, una gran nave mercante romana naufragada a mediados del s. I d.C. frente a las costas de Villajoyosa (Alicante), es el único gran mercante del periodo romano en todo el Mediterráneo que combina un inigualable estado de conservación, junto con una profundidad bajo el mar asequible a los arqueólogos subacuáticos. A cargo del equipo dirigido por el arqueólogo Carlos de Juan, la excavación es además un ejemplo de accesibilidad, tanto del sitio, por medio de visitas dirigidas, como de los materiales recuperados, por la futura exposición en el Museo de Villajoyosa.