El mundo está cambiando rápidamente. En las últimas décadas, la sociedad se ha enfrentando a guerras, pandemias, el auge de la inteligencia artificial y una crisis climática. Las comunidades deben adaptarse de manera rápida a estos cambios y retos. En este contexto, el patrimonio cultural sigue manteniendo su carácter unificador como símbolos de los distintos estados y países. La UNESCO, tras 50 años de la Convención de Patrimonio mundial, reflexiona sobre los pasos a seguir para mirar al futuro en cuestiones de conservación de patrimonio en un mundo totalmente cambiante. Estas estrategias se pueden dividir en tres pasos diferenciados:
1. Reconocer los peligros del presentismo, que se define como una filosofía en la que se cree que sólo existe el presente, siendo el futuro y el pasado, cosas irreales. Cuando realmente, se debe analizar tanto presente, pasado y futuro, sabiendo que las acciones se ejercen en el primero y con miras a un último más sostenible.
2. Imaginar futuros alternativos. La clave de este paso es, no sólo imaginar un futuro idílico y beneficioso para las comunidades, sino entender que el futuro puede venir de diversas maneras. También se entiende que el patrimonio mundial está, a menudo, conectado a cómo las poblaciones le dan el sentido al mundo: puede evocar identidades colectivas, emociones ligadas a valores culturales, etc. Con todo ello, los objetivos para el beneficio humano y culturan en un futuro debe contemplar, necesariamente:
– Bienestar del ser humano.
– Cohesión social y de seguridad.
– Confianza entre comunidades.
– Paz
– Un planeta sano.
3. Marcar una diferencia en la gestión del patrimonio. Es necesario pensar a largo plazo, en sistemas universales más sostenibles de gestionar todo aquello relacionado con el patrimonio. La UNESCO trabaja, actualmente, con diversas asociaciones para investigar nuevas formas de gestionar y poner en valor el patrimonio cultural de la manera más compatible con sus objetivos generales.
En definitiva, nosotros, estamos actualmente, participando de manera activa de nuestro patrimonio cultural; sin embargo, pertenece tanto a nuestras generaciones pasadas, como a las futuras. Por ello, las estrategias con miras hacia un futuro mejor y más sostenible deben ser la base de cualquier pilar que construyamos.